sábado, 20 de octubre de 2007

LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI Y LA FORMACIÓN EN VALORES

Buenas noches estimados participantes de la sección A y B del Módulo Valores de la Docencia, les doy la más cordial Bienvenida al Blog del curso, este es un espacio creado para los participantes del módulo con el objeto de hacer intervenciones enriquecedoras para todos, donde cada uno de ustedes exprese sus puntos de vista apoyados en las referencias bibliográficas encontradas en el proceso de búsuqeda de información.
En esta oportunidad vamos ha realizar aportes relacionado con la Función de la Universidad del Siglo XXI en la formación de valores, es decir, cuáles son aquellas competencias que promueve la universidad en la formación de los profesionales, solamente relacionadas con el contenido conceptual? o el procedimental? o va más allá, y se interesa en la formación de actitudes para convivir en armonía con el otro y con el planeta?, enseña los valores éticos relacionados con cada profesión?, cuál es el rol del docente en la formación de valores a nivel universitario? qué pasa en la actualidad? cuáles son loas valores que como docentes debemos promover su adquisición en nuestros estudiantes?.
Estas son sólo algunas preguntas para analizar y reflexionar tomando como marco de referencia los fundamentos teóricos , análisis y experiencias vividas por cada uno de nosotros en este mundo maravilloso como lo es la "DOCENCIA".

Aquí tienen su espacio para crear y compartir....!
Reciban una cordial bienvenida...!
Un abrazo virtual para todos.
Rosana

13 comentarios:

Antonio Velásquez dijo...
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Antonio Velásquez dijo...
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Antonio Velásquez dijo...

Hoy, cuando la humanidad se encuentra en los albores del tercer milenio, al observar la realidad que nos rodea, se percibe un desaliento y un estado de incredulidad y desconfianza no solo ante las personas, sino también ante las instituciones. La situación social, cultural, económica y política del país afectada por el desempleo, la marginalidad, el caos financiero, el alcoholismo, la drogadicción, el narcotráfico, la corrupción, la violencia, la criminalidad, la inseguridad, el deterioro ambiental, entre otros, son factores asociados a esa actitud de abatimiento, escepticismo e incertidumbre que priva en la actualidad y que ha impactado fuertemente a la sociedad civil. Este escenario ha llevado a plantear que existe crisis de valores, y que una instancia fundamental para enfrentar esta crisis, lo constituye la educación.

Si bien es cierto que la educación ha cumplido una función de socialización a través de la cual se trasmiten una serie de valores que una sociedad considera fundamentales para lograr el equilibrio y buen funcionamiento de ésta, durante un tiempo, la educación en el país, permaneció sin incluir en su currícula, contenidos que abordaran la formación en valores.

Durante varios años se privilegiaron los contenidos científicos y técnicos, que llegó a considerarse que éstos eran suficientes para resolver los grandes problemas de la humanidad. Los contenidos éticos fueron excluidos por varias décadas. La agudización de problemas sociales, han propiciado nuevamente el interés por impulsar y fortalecer la enseñanza de valores y el regreso a la ética dentro de las instituciones educativas.

Cada vez más se observa en las nuevas generaciones comportamientos que muestran su interés por vivir al día de la manera más superficial, placentera y cómodamente posibles, obtener logros y bienes materiales bajo la ley del menor esfuerzo, evadir toda actividad que les ocasione esfuerzo o displacer y consumir compulsivamente. Valores como la honestidad, la responsabilidad, la disciplina, la solidaridad entre otros valores están siendo paulatinamente desplazados. La gente se preocupa menos por los demás y busca prioritariamente su propia seguridad y estabilidad, sin importarle mucho los medios que use para conseguirlo. El aumento de delitos por corrupción, cometidos por funcionarios públicos es una muestra del debilitamiento de valores tradicionales como la honestidad y el interés por el bien común.

Las instituciones educativas como órganos sociales, no son ajenas a las series de problemas y transformaciones que nuestra sociedad enfrenta en el presente milenio. Éstas al igual que otras estructuras sociales padecen en su interior los embates de éstos acelerados cambios, y se debaten en su afán de continuar cumpliendo satisfactoriamente con el rol educativo que les compete.

Las universidades ante la función de formar profesionales competentes con sensibilidad a los problemas actuales y dispuestos a realizar su quehacer de manera ética, enfrentan un gran desafío ante toda esta diversidad de acontecimientos. Su interés para enfrentar estos cambios se han traducido en acciones que han culminado en reformas curriculares.

Las instituciones de educación superior tienen el compromiso de proporcionar a la sociedad, no solo profesionales preparados para desempeñarse en un área de conocimiento, sino también con la actitud necesaria para hacer un buen uso de su profesión y de actuar responsablemente en las actividades de convivencia social. Por tanto la educación universitaria no sólo implica la enseñanza de conocimientos, competencias y habilidades dentro de una profesión. También tiene la función de fomentar hábitos, actitudes y valores éticos.

Es evidente que el peso de la cultura vigente que ha traído consigo nuevas formas de ver el mundo y por tanto nuevas actuaciones, está ejerciendo mayor influencia en las valoraciones de los estudiantes frente a los valores establecidos en el proyecto universitario y que pretenden promoverse en la formación del estudiante en el marco del espacio escolar.

El aspecto de la formación de valores éticos a nivel profesional sigue siendo en la agenda de las universidades, un asunto pendiente que demanda mayor atención. Es necesario además de la introducción en el currículo de contenidos éticos, la promoción de una cultura que propicie una dinámica de prácticas favorables para la reelaboración y apropiación de valores que coadyuven en uno de los fines mas elevados de la educación universitaria: ‘La progresiva humanización del hombre’.

Integrantes:
José L. Cesarino
Eugenia Mora
Antonio Velásquez
Sección “A”

Antonio Velásquez dijo...

En el inicio de un nuevo siglo, en el mundo y en nuestro país, la sociedad exige una demanda de la educación superior sin precedentes, basada en la toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de educación reviste para el desarrollo sociocultural y económico y para la construcción del futuro.
La universidad en el siglo XXI reclama las exigencias de una sólida formación cultural como fundamento de la comprensión global de la época en que se vive.
El proceso formativo se ha orientado hacia una amplia y profunda visión determinada por el impetuoso desarrollo de la ciencia y la tecnología en estrecha interconexión con las diferentes esferas del saber, así como por su repercusión en toda la vida de la sociedad.
A la universidad actual le corresponde ser un factor clave para el desarrollo científico; el modelo de universidad científica, tecnológica y humanista conjuga fortalezas que son atributos únicos: una elevada concentración de hombres de ciencia y pensamiento, que hace de la universidad una institución social con capacidad de generar nuevos conocimientos y habilidades para comprender los desarrollos tecnológicos, y con capacidad de difundir y socializar dichos conocimientos.
En los tiempos en que vivimos, las universidades, además de cumplir su encargo social como institución cultural, tienen el propósito de asegurar la calidad de la formación integral de personalidad del profesional, a través de los procesos sustantivos universitarios.
El papel de la educación en la formación de valores se basa en propiciar las ocasiones apropiadas a los estudiantes (individual y colectivamente) para que configuren mediante la experiencia y lenguaje propios sus valores, constitutivos de la personalidad y de la individualidad humana.
No pueden existir en la realidad valores no asumidos. Por tanto, el espacio del valor está en la individualidad. Hablar de formación ética significa abordar la educación moral de los individuos sobre la base de la interiorización de un determinado sistema de valores, a través de un proceso de construcción personal consciente, contextualizado y argumentable.
La determinación de cuáles son los componentes de un sistema de valores dado para un contexto socio-histórico concreto es pues, el punto de partida del proceso formativo, y posiblemente sea para la Universidad del Siglo XXI una de las tareas más arduas que debe llevar adelante.
Los valores surgen en un contexto socio-histórico y tiene por objeto dotar al ser humano de un instrumental simbólico y de prácticas adecuadas para sobrevivir y desarrollar una vida plena.
A las instituciones universitarias no les falta motivaciones para el cambio, lo que sucede es que en ocasiones falta la voluntad política para realizarlos, mientras por un lado se promueven las mejoras para el proceso docente educativo y se aceleran las investigaciones para la calidad de la docencia no ocurre del mismo modo con las mejoras encaminadas a la formación en valores y en especial del aprendizaje ético. No es menos cierto que se ha avanzado en la incorporación al currículo y a los procesos sustantivos de la educación superior aspectos que tributan a la formación ética del profesional y en el ámbito investigativo se han dado pasos de avance, pero aún es insuficiente y queda mucho por hacer para lograr la formación ética de los futuros egresados y contribuir al enriquecimiento de la formación personal en la dimensión ética y moral.
El proceso docente educativo tiene como finalidad preparar a los futuros profesionales en la adquisición de conocimientos y en la formación de habilidades y valores en correspondencia con el diseño del modo de actuación del modelo del profesional. El proceso docente educativo se desarrolla a través de diferentes formas organizativas que sitúan a los estudiantes como sujetos activos de su aprendizaje, jugando un papel rector la práctica laboral investigativa por permitir la vinculación del estudiante con el objeto de la profesión, coadyuvando de esta manera a la formación ética del futuro egresado.
A manera de conclusión podríamos decir, que la formación axiológica en las universidades se encuentra en un continuo debate, las reflexiones acerca de las prácticas educativas precisan de la escuela una mayor participación conjuntamente con la familia y la sociedad de la formación de los valores en las nuevas generaciones.
Integrantes:
José L. Cesarino
Eugenia Mora
Antonio Velásquez
Sección “A”

maria mieryteran dijo...

Función de la Universidad del Siglo XXI

La educación en valores constituye uno de los principales retos de la universidad del siglo XXI. Nos preguntamos que debe hacer la universidad para formar profesionales íntegros, que además de poseer los conocimientos y desarrollar las destrezas pertinentes a su área, estén dotados de una capacidad crítica para asimilar información, posean conciencia propia fundamentada en valores universales y aprecien sus potencialidades con objeto de contribuir al desarrollo de la sociedad.

Hoy en día se requiere una transformación educativa que forme al individuo para vivir en una sociedad globalizada con un acelerado desarrollo tecnológico en el área de la información y las comunicaciones que impacta el desarrollo moral, social y económico de nuestras comunidades.

Hasta el momento la universidad ha sido el lugar donde los jóvenes obtienen información y conocimientos técnicos relacionados con su profesión, los cuales les permitirán mejorar su situación económica, relacionarse con pares que comparten sus intereses y alcanzar un status social. Esta institución educativa no se define como un lugar ideal para la formación moral, ética y espiritual del individuo. Es necesario repensar las funciones de la universidad e incorporar los valores tanto al currículo de todas las profesiones como a la vida del instituto y a sus relaciones con el entorno, para inculcar en los estudiantes el sentido del deber ser, de la responsabilidad, el respeto y la participación entre otros.

Para llevar a cabo esta transformación la universidad debe valorar la educación como proceso con funciones cognitivas, relacionales y socializadoras; coincidimos con Domínguez cuando define la educación en valores como un proceso bidireccional: "La efectividad de la formación en valores depende de su carácter activo, que el estudiante participe conscientemente en el proceso, se involucre, cuente con la información y las adecuadas explicaciones, se vea representado, reconocido y estimulado y logre corroborar por si mismo, en sus propias acciones, los conocimientos que recibe."(s/f)

Una vez que la universidad define los valores esenciales que debe poseer el individuo que desea formar; los debe inculcar de forma gradual y permanente, integral, diferenciada, articulando transmisión, reflexión y participación, lo racional y lo emocional. La intención es que el universitario además de dominar los conocimientos científicos, actúe según los valores propios, desarrolle destrezas y genere nuevos conocimientos que ayuden a solucionar los problemas del medio donde se desenvuelve.

Isla Vilachá (s/f), al referirse a la formación de valores en el contexto universitario la considera tan importante como el contenido que se imparte, los valores deben estar implícitos en el sistema de conocimientos y habilidades que se estudian con objeto de impartir una educación superior de calidad; lo ilustra con el siguiente mapa:

La pedagogía de la educación en valores debe tener una intencionalidad y explicitar los valores y las cualidades orientadoras del proceso educativo de cada contenido, además la estrategia para la formación de valores debe reflejarse en los objetivos de cada disciplina. El profesor debe reflexionar sobre el valor educativo de sus acciones, de sus intenciones, de lo valorativo de los contenidos, del valor del método, entre otros aspectos.

Ercilla y Tejeda consideran las siguientes dimensiones como ejes del modelo de formación de valores a desarrollar en cada profesión: en la dimensión intelectual o cognitiva, el estudiante a través del conocimiento que va adquiriendo forma el valor del saber hasta llegar a un nivel creativo; la dimensión técnica los encamina en el campo de los valores hacia la eficiencia y eficacia en la actividad productiva; en la dimensión ética del aprendizaje se adquiere el compromiso con el entorno natural y social; en la dimensión estética se nos desarrolla el gusto y la sensibilidad por la actividad profesional; en la dimensión político ideológica desarrollamos el valor del patriotismo de poseer una identidad nacional.(s/f)

En el proceso de formar nuevos profesionales, los profesores de educación superior juegan un papel importante; por eso es que la formación docente de los profesores universitarios al igual que su actualización en la disciplina de la cual son responsables constituyen factores a los cuales las universidades deben dedicar especial atención y destinar los recursos necesarios.

Las instituciones pueden llegar tan lejos como sus docentes, ya que ellos representan el motor fundamental en el proceso enseñanza-aprendizaje; los docentes no solo deben poseer una sólida formación académica sino estar dispuestos a participar en los procesos de transformación de la sociedad, ellos son ejemplo de integridad y moralidad para sus alumnos. La formación de docentes debe contemplar una relación entre proyectos de desarrollo profesional e institucional a la vez que se integren a los procesos de desarrollo comunitario respondiendo a las necesidades del entorno.

En una conferencia reciente, el secretario general de la OEI, se refirió a la profesión docente como, " … una profesión que constituye el eje vertebrador de la sociedad del futuro y por ello debemos ser y estar orgullosos de nuestra profesión. Porque a pesar de las dificultades, es enormemente digna y tiene una relación enorme con las posibilidades de cambio de la sociedad y con las posibilidades de conseguir una sociedad más justa y equilibrada. Qué mejor momento que este, el momento que y en el país en que nos encontramos." Concluyó citando a García Márquez: “Crear una utopía distinta, la utopía contraria, una nueva utopía de la vida, donde sea cierto el amor y la felicidad, como una segunda oportunidad sobre la tierra y esa es la fuerza de la educación”. (Marchesi, 2007).
Ligia Silva
María Eugenia Mier y Terán

Referencias:
Marchesi, A. (2007), Valores y competencias del educador. Disponible en: http//www.oei.es/noticias/slip.php?article1094

Isla Vilachá, I. (s/f), La formación de valores desde la docencia universitaria. Disponible en: http//:www.oei.es/valores2/isla.htm

Pestana, N. (2002), Nuevas Visiones sobre la Formación del Docente. Disponible en: http//:www.saber.ula.ve

Domínguez, M. (s/f), La universidad y la formación de valores. Retos para el nuevo siglo. Disponible en: http//:www.bibliotecavirtual.clacso.org.ar

Ercilla, M., Tejeda,N.(s/f), La educación en valores: una propuesta pedagógica para la formación profesional. Disponible en: http//:www.oei.es

nancy omaña dijo...

LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI Y LA FORMACION EN VALORES

Actualmente nos encontramos en un mundo, donde la globalización ha influido drásticamente, ocasionando grandes transformaciones en las sociedades. Cambios que han sido benéficos en muchos aspectos, pero de igual forma promueven anti-valores a la juventud tal es el caso de: la informática; Internet; video juegos; televisión; radio; grupos musicales; entre otros. Estos infunden violencia, ocio, ambición, odio, codicia, materialismo, los cuales poco a poco van introduciéndose en la formación de los jóvenes trasformando su conducta y personalidad. Este tema es considerado de gran importancia en la actualidad siendo discutido en muchas oportunidades por Organizaciones, Institutos, Universidades, tal es el caso de la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI (1998), convocada por la UNESCO. En relación con la mejora de la calidad de la enseñanza en los centros universitarios, donde se plantea:

Las instituciones de educación superior deben formar a los estudiantes para que se conviertan en ciudadanos bien informados y profundamente motivados, provistos de un sentido crítico y capaces de analizar los problemas, buscar soluciones para los que se planteen a la sociedad, aplicar éstas y asumir responsabilidades sociales.

En consecuencia, las Universidades del siglo XXI, no deben enfocarse solo a la calidad y excelencia académica, debe tener como norte prioritario la formación integral de ciudadanos comprometidos con el desarrollo social. Capaces de promover y defender el respeto, la justicia, la paz, la equidad, el amor, la libertad, la democracia, entre otras. Es aquí donde radica la importancia de la docencia, como docentes debemos seguir aportando con un gran esfuerzo y dedicación todos aquellos conocimientos y valores necesarios, valores que adquiridos por los alumnos irán construyendo la sociedad que deseamos.

De igual forma es responsabilidad de las Universidades la formación y capacitación constante de todos aquellos profesionales que sirven de facilitadores en cada una de las carreras impartidas, actualizando y mejorando los métodos pedagógicos, adecuándolos con la realidad que vive nuestra sociedad, con la finalidad de garantizar la excelencia en el proceso de aprendizaje de los futuros profesionales.


REFERENCIAS.

Declaración Mundial Sobre la Educación Superior en el Siglo XXI (UNESCO).
(1998, Octubre 5-9). [Documento en línea]. Disponible: http://www.anuies.mx/servicios/p_anuies/publicaciones/revsup/res107/txt4.htm#3 [Consulta: 2007, Octubre 21].

Gonzalez, V. (2000, Abril). La profesionalidad del docente universitario desde una perspectiva humanista de la educación. [Documento en línea]. Ponencia presentada en el Primer Congreso Iberoamericano de Formación de Profesores, Universidad Federal de Santa Maria, Río Grande del Sur, Brasil. Disponible: http://www.oei.es/valores2/gonzalezmaura.htm [Consulta: 2007, Octubre 21]

Integrantes:
Doman Francisco León Ontiveros
Genny Atilio Saccucci Munares
Nancy Sulay Omaña
Sección “A”
UNIVERSIDAD NUEVA ESPARTA

Maria Luisa HR dijo...

Por: Michelle Marcano y Maria Luisa Hernandez Ron -Sección “B”

Para iniciar nos gustaría definir la moral. Etimológicamente “moral” viene de “mores”, voz latina que significa “costumbres” y sabemos que existen costumbres buenas, denominadas virtudes y costumbres malas, como los vicios. Si nos preguntáramos cuales de las dos clases de costumbres son las más necesarias para vivir en sociedad, pues indudablemente responderíamos que las primeras. Es obvio, el elemento social es indispensable, porque si un hombre viviera solo y apartado del mundo, podría ser virtuoso o despreciable y ello no tendría mayor consecuencia para nadie, salvo para si mismo.
De esta forma podemos ver como a nuestros alumnos en universidades deben integrar la moral, y serán ellos junto a nosotros quienes tomaran las buenas o malas costumbres y con ello le abriremos las puertas del futuro para ser personas de éxito.
Asimismo reconocer y respetar la dignidad de la persona humana en nosotros mismos y en los demás es un principio esencial de la moral. Esto no es novedad. Desde la antigüedad, filósofos y teólogos lo habían advertido y hoy en día debería convertirse en una práctica diaria de cada docente.
Habría que preguntarse cuál es el bien mayor que busca el hombre al vivir moralmente. La respuesta clásica que la filosofía ha invocado desde el tiempo de los griegos, siguiendo a Aristóteles – la felicidad (eudaumonia), el bien mayor; el único que no se refiere a otro. ¿Será que formamos seres felices?, o ¿en búsqueda de la riqueza interior?, o simplemente se están formado en la universidades máquinas de hacer dinero, es una interrogante para reflexionar, pues nos debemos al ser, a la formación de un ser integral dejando a un lado, las malas costumbres; denominadas vicios en las que viven actualmente; y por ello no es de menor importancia que nosotros como docentes también implementemos la ética, pues ella junto a la moral, nos servirán de herramientas en la implementación de valores.
Pues hoy en día la práctica docente no es como hace 30 años en la que los alumnos eran pasivos hoy en día levantan la mano para contradecir al profesor en su exposición pues el estudiante al investigar en la red consiguió la oposición en el tema.
No debemos olvidar que lo que nosotros reflejemos en nuestra práctica diaria será el espejo para nuestros alumnos, y si incluimos la práctica de todos los valores (justicia, respeto, verdad, amistad, amor.. ) evitaremos grandes conflictos, como los ya existentes en nuestra sociedad, con temas como plagio de trabajos, falsificación de documentos, falta de ética profesional, hasta los más graves, como delincuencia y corrupción.
No es difícil que dediquemos unos minutos de nuestro día impartiendo valores y transmitiéndolos nos llevará a la mejor convivencia, tanto en nuestros alumnos como con nuestros semejantes.

Aporte a una practica diaria.
Les presentamos este dilema moral originado en la práctica profesional de la ingeniería o la arquitectura. Junto con el dilema se ofrecen una serie de posibles soluciones que intentan reflejar las diferentes decisiones que pueden tomarse en la práctica.
Despues de leerlo, puede votar por la opción más adecuada, añadiendo un comentario si se considera necesario. Podriamos comentar sobre el tema en clase.
“Peligro en la construcción del depósito”
En el municipio de Llíria se está construyendo un depósito para abastecer una nueva zona de regadío. La empresa “Hidráulica de Levante” ha conseguido la ejecución de la obra. Es una empresa importante de construcción, que está intentando abrir una sección dedicada a proyectos hidráulicos.
Carlos es un joven ingeniero recién titulado que ha sido contratado por la empresa “Tencasa” para dirigir esta nueva sección. El primer día de la obra, Carlos debe recoger a los trabajadores en la salida de la autopista. Allí recoge a 3 ecuatorianos que serán sus operarios para la ejecución de la obra en los siguientes meses. Carlos sabe que están trabajando sin contratos y sin papeles.
Cuando ya llevan casi un mes y medio de obra, tan sólo queda la construcción del depósito enterrado de hormigón. Esta obra es mucho más pesada y las condiciones de seguridad hay que aumentarlas. Carlos se reúne con su jefe para determinar el proceso a seguir para la finalización de la obra. Su jefe le comenta que no están teniendo mucho margen de beneficio porque la obra va muy retrasada, le ordena que el depósito esté acabado en 7 días, aunque los ecuatorianos tengan que trabajar 16 horas al día. También le comenta que no hay dinero para aumentar las condiciones de seguridad. Carlos sabe que los operarios están contratados ilegalmente, por lo que si sufren un accidente no van a tener derecho a ninguna compensación. Su jefe le dice que eso no es problema suyo y que los operarios ecuatorianos deben estar más que agradecidos por poder trabajar con ellos. Además, le da un ultimátum: o acaba la obra en ese tiempo y con esos medios o cierra la sección de hidráulica porque no le sale rentable.
Carlos tiene muchas dudas sobre lo que hacer porque, por un lado sabe las necesidades de trabajar que tienen los trabajadores ecuatorianos y de la posibilidad de un contrato indefinido para él, si su jefe queda satisfecho, y por otro lado, es consciente de la inseguridad que supone para los trabajadores el trabajo, con los medios y la experiencia de la que disponen, además de la cantidad de horas extras que no se les abonarán por acabar la obra en el tiempo fijado.
¿Qué crees que debería hacer Carlos?
Estudio de alternativas
Para votar, selecciona de las siguientes decisiones aquélla o aquéllas que consideres más adecuadas:
1. Continuar con la obra. Las posibilidades de sufrir un accidente son muy bajas y los ecuatorianos están de acuerdo en continuar y completar el trabajo. Aceptar el riesgo que conlleva la obra es su decisión, incluso si los ecuatorianos tienen que trabajar 24 horas al día para finalizarlo en el plazo previsto.
2. Denunciarlo a las autoridades competentes. Aunque los ecuatorianos quieren mantener sus trabajos, no es justo que se explote a los trabajadores obligándoles a realizar un trabajo tan arriesgado, sin seguro y sin papeles. Carlos debería denunciarlo a las autoridades y realizar un informe en la empresa para la que trabaja exponiendo sus razones.
3. Renunciar al trabajo. No es correcto permitir que continúe esta explotación de los trabajadores ecuatorianos. Carlos debería renunciar al trabajo y acudir a los medios de comunicación para denunciar este abuso.
4. Renunciar, pero sin denunciar. Carlos no quiere contribuir de ninguna manera a la explotación de estos trabajadores, pero es consciente de la vulnerabilidad de los trabajadores. Carlos debería renunciar al trabajo como medida de protesta pero no decírselo a nadie fuera de la empresa, permitiendo de esta manera que los ecuatorianos puedan continuar con el trabajo y enviar dinero a sus familias.
5. Opinión de otros colegas de profesión. Carlos debería comentar su situación con sus colegas de profesión y pedirles consejo sobre qué hacer. Con esta información, Carlos tendría más herramientas en su decisión, aunque no se resuelva la situación completamente.
6. Implementar medidas adicionales de seguridad. Carlos y los ecuatorianos están de acuerdo en continuar la obra. Pero para aumentar las medidas de seguridad en la obra, Carlos debe obligar a los ecuatorianos a realizar un curso intensivo sobre seguridad laboral durante ese fin de semana (él y otros colegas lo impartirían) para que así aprendan como realizar de manera más segura el trabajo.
7. Realizar personalmente las tareas más peligrosas. Es la primera obra que dirige Carlos y no quiere que nadie resulte herido. Por lo tanto, Carlos ha decidido realizar él personalmente las tareas más peligrosas durante los próximos días.
8. No hay dilema. ¿Dónde está el dilema? Todos están de acuerdo en continuar la obra. Los trabajadores ecuatorianos saben lo que están haciendo y asumen las consecuencias de tener este trabajo bien remunerado.
9. Mirar hacia el futuro. Si Carlos acaba el proyecto a tiempo, él puede utilizar esté triunfo para persuadir a la empresa que tramite los papeles a los ecuatorianos (ahora trabajadores experimentados). Además, este trabajo es una oportunidad de oro para que los ecuatorianos puedan regularizar su situación en España.
10. Pasar a la acción. Carlos sabe que es ilegal e injusto utilizar trabajadores ilegales y no puede permitir que esto siga sucediendo. Aún con el peligro de perder su empleo, Carlos debería saltarse a su jefe y comenzar los trámites para legalizar a los trabajadores ecuatorianos.

Comentarios

Grupo La Colmena dijo...

En nuestros días la humanidad ha buscado explicaciones al origen de las dificultades que hoy en día acarrea nuestra sociedad, es por ello que se hace necesario el debate en nuestras universidades acerca de que profesionales queremos formar en el siglo XXI.
Todos sabemos que Venezuela atraviesa por un proceso de cambio, derivado de diversas manifestaciones sociales, entre las cuales se mencionan: el surgimiento de un nuevo orden económico que impacta al sector productivo y a la estructura de trabajo; la agudización de necesidades sociales prioritarias, como vivienda, alimentación, empleo y educación, aspectos tan elementales para la población, aunado a la problemática social en materia de salud mental y la violencia generada, producto de la crisis económica y la explosión demográfica, siendo por ello prioridad, educar en valores en nuestras universidades, lo cual implica la necesidad de abordar estas situaciones, se debe crear una conexión universidad-sociedad, si pensamos a largo plazo, quienes serán los profesores, médicos, abogados, ingenieros y hasta presidentes del mañana; estos que estamos formando hoy y que requieren de una sensibilización profunda a los problemas que atraviesa nuestra actual sociedad, el ejercicio profesional del egresado de las universidades debe dar respuestas a las necesidades y problemas existentes.
La universidad resulta ser el lugar en el que se aprende el conjunto de saberes que permitirá al futuro profesional a iniciarse en el ejercicio de su profesión con eficiencia, pero representa un reto para este el formar un profesional capaz de aplicar sus conocimientos técnicos y científicos, pero inmersos en la aplicación de valores como ética, honestidad, justicia, verdad, como se señalo anteriormente se debe formar un individuo que sea capaz de dirigir su formación académica a lo social. Es importante destacar que este reto de las universidades no es de un día para otro y depende no solo de la institución como tal, sino del personal docente como trasmisor de una formación integral, de un profesional capaz de actuar responsable, libre y comprometido.
Una acotación que nos pone a reflexionar es la que señala Ercilla y Tejeda:
La sociedad actual o la llamada “sociedad de la información” provoca una saturación de conocimiento como información, facilitando su acceso y la rapidez del cambio de conocimiento científico-técnico, ello justifica cada vez más el hecho de que la trasmisión del conocimiento no puede seguir siendo la función principal de las instituciones educativas.
Si nos damos cuenta esto es cierto, con el avance tecnológico, tenemos acceso a cualquier conocimiento, entonces porque invertir tanto tiempo de la clase en trasmitir y trasmitir datos teóricos, en vez de centrarse en dar sentido a toda esa información, creando un individuo capaz de crear juicios, y aprender a escoger aquello que realmente prevalecerá en el tiempo.
La universidad del siglo XXI es responsable de formar personas comprometidas con su profesión y con el valor que está tiene al ser aplicada en la sociedad en que vivimos.

Referencias:
Martínez, M, Buxarrais, M y F, Bara. La universidad como espacio de aprendizaje ético Disponible en : http://www.oei.es/valores2/monografias/monografia03/reflexion02.htm. [Consulta:2007, Octubre 21]

Ercilla, M., Tejeda,N.(s,f). La educación en valores: una propuesta pedagógica para la formación profesional. Disponible en: http://www.oei.es/salactsi/ispajae.htm# . [Consulta: 2007, Octubre 21]
Participantes:
Jennifer Pedreanez, C.I: 11.900.131
Nuris Rozoz, C.I:14.384.180
Fabiola Vargas, C.I: 9.881.592
Sección: “A”

Anónimo dijo...

BLOG LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI

LA UNIVERSIDAD Y LA NECESIDAD DE PENSAR

Actualmente las universidades son de los pocos lugares donde es posible la comparación racional entre las diversas visiones del mundo. En ellas no sólo hay el silencio del estudio, sino también el diálogo de la contrastación de pareceres. Sin armas letales, se puede librar una batalla infinita batalla por el progreso del saber y de la compasión humana, buscando la verdad y a enseñando a otros a buscarla.

La misión de quienes se dedican a la universidad en el siglo XXI, y en particular a la filosofía y los valores, es, la de tratar de suturar las brechas que el positivismo todavía dominante ha causado en la comprensión que los seres humanos tenemos de nosotros mismos.
El inmenso crecimiento de la ciencia y la técnica ha demostrado la capacidad del ser humano de progresar. Sin embargo, ha crecido en mayor proporción nuestro no saber, nuestra conciencia de las muchas cosas que todavía no sabemos ni entendemos.

La Universidad debe tratar de articular enriquecedoramente lo nuevo con lo antiguo, de aunar unas generaciones con otras, de tender puentes nuevos entre las tradiciones, las culturas y los saberes, de forjar nuevas relaciones de comunicación entre las personas basadas en el amor a la verdad, en el respeto al pluralismo y en la aceptación de las limitaciones personales, las de cada uno y las de la propia colectividad, con una convicción común del extraordinario valor creativo de su efectiva cooperación.¡Pensar entre todos para poder vivir en paz!

Leslie Pérez
María García de Fleury

Anónimo dijo...

La Universidad y los códigos de moral y ética.
Si bien es cierto que la formación en moral, ética y valores de una persona no depende, ni es abarcable enteramente por el sistema educativo en general, aunque le corresponde un rol preponderante, los contenidos del diseño curricular de una escuela o facultad en dichos ámbitos, como la definición de un modelo de profesional integral o el sistema de valores de la carrera, deben abordarse con urgencia y seriedad. La enseñanza regular de lo ético y lo moral debe hacerse desde la práctica, no “desde afuera”. Debe generarse un humanismo que vaya más allá del sentido utilitario.
El ejercicio de toda profesión debe ir enmarcado dentro de una normativa que abarque la diversidad de situaciones relativas a la práctica profesional. Los códigos deontológicos comprenden un conjunto de criterios y normas de comportamiento moral que, quienes llevan a cabo una determinada actividad profesional, asumen el compromiso de cumplir. Se enfocan por lo general en las obligaciones que deben cumplir los profesionales al llevar a cabo su tarea, pero no tipifican todas sus conductas.
El educador llega a la docencia con una serie de criterios, actitudes y valores propios y estructurados, los cuales coadyuvan o interfieren en el acto educativo. En cada momento o aspecto del proceso educativo, el docente deja entrever de algún modo el ideal de persona, modelo de excelencia, de sociedad, de convivencia, etc. con el que está identificado. Por ello, sus cualidades morales deberían formar parte de las competencias profesionales que se le exigen, para el adecuado cumplimiento de sus funciones, las cuales son de extraordinario valor e importancia para la colectividad. A este respecto, la UNESCO en 1996 señaló que el docente deberá tener “cualidades personales tales como el rigor moral, el sentido de responsabilidad […] y la actitud para comunicar”. Pero crear conciencia acerca del adecuado ejercicio profesional no es suficiente. O tal vez la docencia no está suficientemente profesionalizada…
El docente deber tener conocimientos especializados, titulación, actuar apegado a los reglamentos de su profesión, pasar por un proceso de selección y prestar un servicio social útil. Pero además, deberá constituirse en un ente humanizador, integrador, concientizador e impulsor de las propias capacidades y potencialidades del ser humano. El compromiso y significación implícitos en la persona del educador y en el proceso de enseñanza-aprendizaje conllevan a que ambos deban ser tratados, desarrollados y apreciados en justa medida.

María Fleury
Leslie Pérez

Anónimo dijo...

La Educación Universitaria y los Valores.

Del siglo XX en adelante, más allá del conocimiento puro y los procesos cognitivos, se vienen realizando nuevos e interesantes enfoques educativos, sobre las bases de lo procedimental y lo valorativo, los padres como primeros educadores, la solución de problemas reales, y la “humanización” de la persona. Y es que la necesidad de educar en valores apremia, en virtud del deterioro y la descomposición social, palpables a todo nivel, incluida la Universidad. Conjuntamente con la proliferación de institutos educativos y recursos tecnológicos, proliferan los problemas sociales.
En esta línea, Cáceres (2005) hizo la siguiente observación:

La Universidad educa en valores cuando se empeña en formar ciudadanos, cuando hace que sus alumnos tengan el sentido del bien común, cuando saben pensar en los problemas a la luz de la perspectiva universal del Estado; cuando tienen en mente la importancia de la participación democrática de todos, el respeto de las minorías, la conciencia de los derechos civiles y sociales de todos, la indignación ante las discriminaciones e injusticias cometidas contra cualquier persona o grupo social (s.p.)

Sin embargo, educar en valores no es sencillo pues, además de su desarrollo, supone la capacidad de enfrentarse al pluralismo. La educación debe ser pluralista porque la sociedad junto con sus individuos lo es. Los valores pueden cambiar o flexibilizarse. Todo esto implica un grado de relativismo, que puede ser problemático a la hora de establecer lo ético o moralmente correcto o aceptable. Ello exige mayor capacidad por parte de los educadores, quienes además llegan al aula con sus propios criterios y escala de valores.
La persona necesita aprender a calibrar las diferentes propuestas éticas que recibe, pues son sus valores y parámetros éticos-morales los que orientan sus acciones de forma consciente. Valores como la solidaridad, la sinceridad o la valentía no siempre suponen un “bien hacer” o bien común. El hampa, por ejemplo, propicia entre sus miembros tales valores con resultados ampliamente conocidos. Huaquín (s.f.) señala en relación con esto, que el sentido que el hombre imprime a sus actos puede ser el de aniquilar, dominar o discriminar social, económica, política, religiosa, o culturalmente a otros.
Por todo lo anterior, cuando educamos en valores debemos hacer énfasis en aquellos de naturaleza universal, colectiva y ética que, independientemente de “nuestros mundos y realidades individuales”, marcan una directriz de comportamiento, y tratamiento de los problemas sociales desde una perspectiva más justa y más humana.

María de Fleury
Leslie Pérez


Referencias:
Cáceres E., (2005). La Universidad del siglo XXI: ¿Formadora de Valores? [Documento en Línea] Disponible: http://www.larueda.com.py/ecr001.htm [Consulta Octubre 24, 2007]

Huaquín, V.(s.f.) Etica y Educacion Integral. [Documento en Línea] Disponible: http://www.bu.edu/wcp/Papers/Educ/EducHuaq.htm [Consulta Octubre 24, 2007]

Miroslav Duimovic dijo...

LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI Y LA FORMACIÓN EN VALORES

La educación y la formación universitaria debe ser un proceso permanente y no un curso universitario de especialización, dado que hoy en día, cualquier profesional debe estar en constante formación si pretende sobrevivir al proceso de “cambio del paradigma del saber”, por lo tanto la universidad debe optar y prepararse a formar individuos pensantes y no a técnicos de nivel superior. Con la abundancia de información y su fácil acceso, el papel del profesor es encontrar un camino transformador; creemos que él debe ser capaz de enseñar a sus alumnos la transformación permanente.

El origen y destino de la Universidad se entreteje en la compleja trama del tejido social porque la educación superior es producto de fuerzas vitales que empujan al desarrollo, a la vez que impulso intelectual y volitivo de transformación social. Contrariamente a la idea que se tiene de las universidades como asientos y reservorios de la tradición, las instituciones universitarias surgen a la vida con el signo del cambio, lo cual nos compromete a asumir una nueva misión de la Universidad congruente con las grandes innovaciones de nuestro tiempo. Por tal motivo el porvenir del mundo depende del futuro que seamos capaces de abrirle a la educación, y la revolución de los paradigmas ofrece la oportunidad de desarrollar a través de la educación holista el potencial humano para ingresar a la sociedad creativa; por lo tanto la Universidad debe retomar su función de liderazgo en la actual coyuntura de cambio de cultura.

En la actualidad cada vez más la educación toma un papel importante para integrar a los jóvenes a la sociedad, para ayudarles a tratar su propio sentido de la identidad, y para formar su sentido del carácter personal, colectivo, social, nacional e internacional, de identidad y de valores. Es también un puente importante para comprender cómo han interactuado diversas personas, grupos y culturas a lo largo del tiempo, y para promover el respeto mutuo, la tolerancia y la justicia social. Por lo tanto, es la educación quien contribuirá al impulso para la cohesión social y el orden mundial y la comprensión internacional del respeto por la diversidad y la enseñanza de valores humanos universales. Hoy en día con la abundancia de información y su fácil acceso, el papel del profesor es encontrar un camino transformador. Creemos que él debe ser capaz de enseñar a sus alumnos la transformación permanente.

En el siglo XXI considerado como la era del conocimiento, no basta capacitar a los jóvenes para una profesión, no basta preparar científicos, sino además hay que formar hombres de carácter. Se trata de formar hombres completos y de utilizar el estudio y el trabajo profesional como un medio para encontrarse así mismos y para llevar a cabo la aptitud que corresponde a cada uno, y esto solo será posible a través de la formación en valores. Se entiende por valores humanos, aquellos que nos perfeccionan como personas y permiten una mejor convivencia con los demás.
El ejercicio constante de éstos, da como resultado la formación del carácter y la madurez humana necesarias para contrarrestar los males actuales en el mundo: las injusticias social, la violencia, la rebeldía estéril, la guerra, la ignorancia, la manipulación, los atentados contra la vida del hombre, el odio, el envilecimiento de la dignidad de la persona y del amor humano, el desprecio de los derechos humanos y el bien común, el extravío de la conciencia del bien y del mal, etc.

Si educar es actualizar capacidades de perfeccionamiento, aquello que actualiza las capacidades de perfeccionamiento se llama bien, valor, virtud, fin, estas cuatro palabras indican la misma realidad. Educar es formar en valores, “mediante valores y para los valores”. Dicho de otra manera; es formar en el bien, para el bien y mediante el bien, entonces podríamos afirmar que educar en valores significa tener una idea clara y un propósito correcto en educación, pero también en bienes y valores y su adecuada jerarquización. La pregunta clave sería ¿Cuáles son los bienes o valores fundamentales?, consideramos que son los de índole moral, porque perfeccionan al hombre como ser humano consciente y libre desde el punto de vista de su responsabilidad y de su fin integral. Cuando esto no se respeta, es posible tener bienes útiles, pero si todo esto va en contra de los valores morales, no habremos formado un ser humano bien educado.

El valor esencial en educación es “la verdad en el conocimiento”. Necesitamos la verdad objetiva, sólida y científica como primer valor del docente y del alumno, de ahí; la constante exigencia de que los docentes coloquen todo su esfuerzo por la elevación profesional, por el ejercicio de su vocación. El bien de la verdad nos abre luego el camino a todos los campos del conocimiento, lo mismo en la certeza natural de la vida diaria, que en el campo de las ciencias experimentales y en el área de las ciencias de causa última como la filosofía. Este campo abierto nos plantea luego la exigencia de que la educación sea integral. Si de veras educamos al hombre sobre la base de la verdad, no sólo formaremos egresados competentes, verdaderos líderes en su profesión, sino profesionales moralmente. El bien del entendimiento es la verdad, el bien de la voluntad y la conducta es la rectitud moral (bondad, hacer el bien, practicar la virtud): la justicia, como expresión de buena voluntad de unos con otros.

La inteligencia como valor de conocimiento objetivo de la realidad tiene una importancia decisiva en la educación; desde el punto de vista moral el entendimiento distingue el bien del mal y hace juicios morales, por lo que toma el nombre de Conciencia Moral. Así tenemos la inteligencia en una de sus funciones básicas de enorme importancia educativa, hay que formar la inteligencia, no sólo como conocedora científica de la realidad objetiva, sino conocedora y juzgadora acertada de la conducta moral, porque la conciencia moral es el supremo juez que juzga nuestros actos.

Por lo antes expuesto las universidades deben educar a los futuros egresados de las diferentes profesiones poniendo énfasis especial en los principios morales, para hacer confluir las vertientes del pensamiento en la más digna de las misiones: el cuidado de la vida que la humanidad les ha confiado, conciliando el aparente conflicto entre los avances científicos y la ética, buscando la verdad y otorgando el mayor respeto a los derechos y dignidad del hombre. Así como señala el Prof. Lobkowics, Rector de la Universidad de München, en la Séptima Asamblea General de la Confederación de Rectores de las Universidades Europeas, que tuvo lugar en Helsinki: "Si la universidad renuncia a su función educativa, corre el riesgo de formar bárbaros, científicamente competentes, lo que constituye el tipo más peligroso de seres humanos que existe en la realidad".

Con la finalidad de formar valores en la universidad del Siglo XXI, ésta al igual que las demás instituciones sociales, se ha visto en la necesidad de asumir un cambio de paradigma, el cual privilegia la producción de conocimiento más que la mera transmisión del mismo. Por lo que a partir de este momento sus funciones tradicionales de enseñanza y proyección social tomarán una dimensión diferente integrada a la nueva generación del conocimiento.

Es por ello que el punto crucial son los cambios urgentes en el currículo, con una planificación flexible en los objetivos, contenidos, estrategias y métodos de evaluación, haciendo énfasis no sólo en la enseñanza de tipo declarativa (conceptos, conocimientos), sino en los procedimientos (aprender hacer) y en las actitudes (aprender a convivir, a vivir, a ser...); en la forma de pensar y desarrollar las disciplinas en las relaciones de interdisciplinariedad y multidisciplinariedad (el conocimiento significa sobrepasar los límites de las disciplinas, contribución al todo del saber de manera integrado, más que como una sumatoria sino como una conjunción) con el alumno, la comunidad y la economía, involucrando a los docentes de saberes diferentes.

REFERENCIAS:

• REVISTA CUBANA DE PSICOLOGIA Vol.20, No.1, 2003
EDUCAR VALORES EN LA UNIVERSIDAD: REFLEXIONES DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA
Dra. Viviana González Maura. CEPES. Universidad de La Habana

• REVISTA ELECTRÓNICA RAZÓN Y PALABRA, Junio-Julio 2007, No. 57.
MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI. Lic. Salvador Corrales.
La Enseñanza de los Valores en la Educación Universitaria "Perspectivas de la Bioética para el siglo XXI" – UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUADALAJARA.

• LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EL SIGLO XXI – LA FORMACIÓN DE VALORES EN LA UNIVERSIDAD. Monografía.com.
• Universidad Futurante: Interdisciplinaridad & Transdisciplinaridad. Lic. Martha Abrahão Saad Lucchesi Universidad Católica de Santos


Luciana Salerno
Miroslav Duimovic
María Victoria Flores

Rosana CC dijo...

Oh....! muy buenas las participaciones, felicitaciones a los equipos de: Antonio, Ligia, Atilio, Michelle, Jenifer, María Victoria, Leslie, María García, gracias por esos aportes tan buenos...me hicieron leer muchisímo...
Un abrazo.
No veo las participaciones ni en el blog ni en mi correo de:
Carrillo Katty, León Milagros, Marisela Valero, Luciano, Amanda Paz, Marián Pernía, María Moreno, Ana Aguirre, Canrit Hernández, Oscar Arroyo, Solange Pérez, Aleida Reyes, Josefina Salvatore, Asdrubal Boscán.... URGENTE ENVIARLAS A MI CORREO.